Queridísimo
Mundo:
Después de olfatear las noticias y dispararme
los bajorrelieves de Baja-la-caja, los altorrelieves de Koko-republic, los ánimos
y desanimos de esta “gran humanidad que ha echado a andar” -se suponía que a
estas alturas ya fuera gigante y le hubiera dado la vuelta al globo cientos de
veces-, las exaltaciones de la colectividad internacional con cuello de
pajarita, las redes maqueavélicas que enmarañan y enfrentan unos a otros para
salir ilesas y vivir del cuento, los misiles y soldaditos de plomo tipo Tal Chum al mando de un impresentable
con cara de orinarse en las bragas, las locuras enlatadas y manipulaciones á la carte, los danzonetes iahavivi en reinos donde las hembras no
pueden ir por las calles con sus rostros al aire libre y el abuso sexual
institucionalizado a niñas es el tabule
mal cocinado de cada día, más las ultrabarbaridades que se han dicho antes,
durante y después de los huracanes que nos han devastado, como por ejemplo, que
“Texas se merecía esa destrucción porque había votado por Mr. Trump”, que
“ojalá Irma arrace con la isla de Cuba de punta a rabo” sin ni siquiera pensar
en los pobres infelices que la habitan, “que ojalá que el huracán vaya para la
Casa Blanca y la derribe”, esto dicho por un pseudo que vive en la isla pero
cada vez que puede se viene a USA a disfrutar del bolsillo de conocidos y no
conocidos y de la hospitalidad americana… definitivamente he decidido por la
opción de comprar el submarino, pero no para utilizarlo como refugio atómico,
sino para mudarme right away a las
profundidades marinas con las sirenas no extinguidas y los iluminados pulpos y
medusas gigantes. No hay remedio, comeos los unos a los otros, que mientras tanto
y con mi locura cada vez más espantada, me voy a negociar con Verne.
Anyway,
hablando de otra cosa, según el Dr. Nilton Custodio Capuñay, médico neurólogo y
director del Instituto Peruano de Neurociencias, “se ha demostrado que a menos
lectura, es decir, si se estimula menos el cerebro cognitivamente, se va a
producir una disminución del volumen cerebral". Ahora me explico del por qué algunas cabezas que
he visto últimamente me han parecido más pequeñajas, por ejemplo, la del
camaján insular con ínfulas dinásticas y su primogénita dentro del closet, que
lo único que hacen es comer mucho, hablar catibía hasta por los codos y
alimentar sus complejos napoleónicos con grandes dosis de estupidez. En fin, como
“the black list” es larga mejor pasarla por alto, total que poco va a cambiar,
o nada, si en algo tenemos que reafirmarnos es en la realidad que nos toca de
cerca en el día a día, todo lo demás son quimeras orgásmicas de las neuronas, el
concepto de lo bueno será siempre de bueno, lo malo super malo, las cabezas que
decapitan nuestros contemporáneos ya lo fueron en la edad media, la balanza
terrenal se moverá siempre en todas direcciones y a velocidad como la montaña
mágica de un cuento de hadas o terror, al final de la vida seguiremos viendo lo
mismo: las luces y las sombras en su adaptable eternidad.
Desdichadamente
nunca dejaremos de malinterpretar la vida, el ego no dejará de estar expuesto a
los embates inesperados que lo mancillan, el hecho de creerse único no es más
que fragilidad y una manera de encubrirlo. A la hora de la verdad todos somos
sobrevivientes con necesidades apremiantes en un mundo competitivo que gruñe.
La amistad existe a partir del momento en que los intereses comunes se
estrechan y salvo honradas excepciones -que por suerte me han tocado a través
del tiempo- cuando éstos cambian desaparece. La elegancia y los gestos
ceremoniosos de los espíritus mefistofélicos nos seducen, abrimos nuestras
puertas a ese encanto retorcido de los depredadores de energía y entregamos
nuestras almas con la inocencia de un niño. El poder divino de los ángeles es
constantemente puesto en duda o sublimado, se desconoce por pura conveniencia
que los ángeles son guerreros, vigilantes y justicieros, no querubines de
bucles tornasolados y cachetes que parecen nalgas de bebé. A impresentables y
bandoleros que humillan, desprestigian y condenan inocentes, las masas los aplauden,
apoyan y reverencian. Las tribus de oportunistas, mentirosos y bandoleros
aumentan con la existencia de la tecnología. Nos fascina echarle basura al
tejado vecino y cubrimos el nuestro con toda clase de fruslerías inútiles para
aparentar lo que no somos. Desde que nos bajamos de los árboles no hemos
cambiado, dentro de cinco siglos (si antes no nos pilla un evento cataclísmico)
seremos tal y como hemos sido concebidos, eso sí, con pinceladas robóticas. La
paz y la guerra seguirán existiendo. No hay remedio, como bichos resistentes al
uranio los HP’s seguirán asomándose a todas las ventanas para desvalijar a los
incautos. Lo inefable también se pronunciará, incluso si nos tenemos que mudar hacia
nuestros planetas vecinos. La belleza cambiará sus patrones pero belleza al fin
nos aliviará de la asfixia cotidiana como ahora. Y seguiremos haciendo cosas grandiosas y otras
que nos desacrediten, y seguirán existiendo el amor y el odio, incluso
implantados en los androides, porque la perfección consiste en el balance de
dos vertientes opuestas que se atraen y rechazan como enemigos cordiales.
Ahora
mismo, allá afuera, hay millones de personas desesperadas porque no se conocen
a sí mismas, casi todo se les dificulta, no han tenido la oportunidad de verse
por dentro, el ejercicio de la introspección le es ajeno debido a que la
atención a lo sustancial es menospreciada, ya sea consciente o
inconscientemente. La ignorancia y el desinterés por culturalizarse son cada
vez más notorios. Los hechos se adulteran y cada cual tiene su versión de las
cosas, nuestro egoísmo lo trastorna todo y coincidir es un milagro. Nuestros
cerebros están en un proceso de agotamiento enorme, la locura se autoproclama
regente. Si asesinan a un ciudadano incendian a Roma, si asesinan a un policía
no se oyen ni las moscas. El bullying está a la orden del día y esto dispara
hechos violentos en las escuelas, los hogares y las calles. Temo que la
Democracia desaparezca, las alimañas siembran el fanatismo, la agresividad y
por ende el desorden, si realmente
quisieran lo mejor para la humanidad no estarían envenenando la sociedad sino
trabajando por y para su crecimiento y la paz, la insatisfacción las corroe,
están autoalineadas y han ido perdiendo el sentido de colectividad. Quizás no
saben que tienen miedo, que están recluídas y necesitan una voz interior
renovadora y humilde. Quizás desconocen
que no existimos, que no somos más que el reflejo de algo que tuvo vida hace
millones de años en algún lugar remoto del Cosmos y la luz nos impulsa por el
espacio tiempo como un eco…
Sé
que un día no sabré quién soy
no
recordaré mi nombre
quedaré
frente al espejo preguntando
quién
es ese triste esperpento
que
le grita a los muertos
y
conversa con los árboles
sé
que la vaciedad
invadirá
mis neuronas
me
arrastrarán remolinos violentos
al
volcán de la mente
dejaré
de volar
seré
prisionera
de
la luz que se extingue
sólo
mis perros me observarán
con
mirada compasiva
y
yo les preguntaré
pasándole
la mano por la cabeza
“quiénes
son ustedes
de
dónde vinieron”
pero
no
importa
no
importa
hace
falta el olvido
que
el alma descanse
y
se pierda por esos caminos
del
universo infinito
donde
también nacen y mueren
las
estrellas
donde
los dioses
pronucian
su voluntad
y
los átomos se multiplican
para
crear nuevos destinos
Un
día no sabré quién soy
habré
olvidado las guerras
los
animales sangrantes
el
egoísmo humano con su ferocidad
y
su enferma egolatría
mi
cabeza se convertirá en nido de pájaros
mis
brazos en ramas y palmeras
mis
ojos en cuencas desiertas
quizás
mi última sentencia sea:
hermosa y petulante luna
que a los rayos del sol
ignoras
y olvidas que por ellos
brillas.
Texto y foto: C. K. Aldrey