Monday

Regreso a las reflexiones




Queridísimo Mundo:

Regreso a las reflexiones, tú me lo has permitido porque eres como el pan, que se te puede cortar en lascas. Creo que una de las motivaciones más interesantes es el asombro. Cuando se mira a un punto X y se sorprende la mirada, ahí ya existe un tema a desarrollar. Hoy hablaremos del anónimo, no del infeliz que pasa por la vida sin saber que pasó, sino de esa bacteria morbosa que nace en los cerebros atormentados. Muchos son los impulsos que lo motivan, por eso es tan complicado explicarlo serenamente. Entre otros, la cobardía, la envidia, los complejos de superioridad -que ya sabemos son producto de la inferioridad-, los fanatismos -entre los más notorios el religioso y el político-, la insignificancia del ser cuando se mira al espejo y descubre que nació por gusto, o sea, que mejor no hubiera nacido, la falta de consistencia ante la vida, los vicios, la ignorancia, el rencor, la venganza, el empeño por tratar de ser quien no se es -lo que provoca impotencia, incluso sexual-, la neurosis, el no poder lograr lo que otro logra -cuando lo ideal sería seguir su ejemplo-, el despecho, el desamor, la amargura, la bipolaridad, el disgusto enfermizo por llevar una vida que no se desea, saberse feo por dentro y por fuera y no poder evitarlo, y por ahí para adelante una lista impresionante de desastres psicopáticos y trastornos emocionales que hacen ruido en las áreas productivas del cerebro convirtiéndolas en inservibles.

Es realmente interesante ver cómo se desenvuelve la sordidez de las almas, es como observar un mapa trazado por un inexperto cartógrafo que de pronto nos enfrenta a geografías desordenas y laberínticas, carentes de lógica y de enfoque direccional. Por ejemplo, las personas que van de Blog en Blog inventándose diferentes nombres con el único propósito de desacreditar a fulanito o menganito -y aquí vemos la carencia de valentía ciudadana, es decir, de pantalones- que además demuestran su vulnerabilidad, su esqueleto frágil, su esencia corrompida en el simple hecho del anonimato por oficio. Lo más curioso es que este fenómeno se produce sobre todo por la necesidad imperiosa del debatir beligerante, de la urgencia del alter ego por emerger escandalosamente, provocar a los demás,  y sobre todo, crear auditorios que a su vez respondan con la misma dinámica, en la mayoría de los casos pretendiendo autoafirmación, cuando en realidad se trata de autoagresión, del instinto suicida que busca un método efectivo para no llegar al extremo de lanzarse de un quinto piso o tirarse delante de un autobús, de modo que la sobre producción de bilis, tan reprimida y controlada por ciertas éticas sociales, válidas o no, puedan estallar y así lograr el orgasmo mitigador de la violencia, su gran violencia acumulada.

En todos los casos y para no llegar a estos extremos mencionados, se aconseja consultar a un profesional de la salud mental y abrirse a la posibilidad de recibir psicoterapia, visto la mayor parte de las veces con prejuicio y desconfianza, sin embargo muy útil para adquirir herramientas inteligentes de supervivencia y adaptación social. El Anónimo es pequeñez, discapacidad, pero puede ser tratado. Lo que no puede curarse es la mala sangre, todavía no se ha logrado modificar el ácido desoxirribonucleico.

Y así quedamos, Queridísimo Mundo, que la Primavera se lleve las hojas muertas.


Texto y Digital: C. K. Aldrey



No comments:

Post a Comment