Queridísimo
Mundo:
¿Sabes lo que es estupefacción? Tiene varias acepciones
tales como estupor, desconcierto, pasmo, asombro, etc. Sí, es lo que un shock
produce en el circuito electromagnético del cerebro cuando se recibe un
disgusto, un susto, una sorpresa súbita. Un ejemplo clásico es cuando alguien
te ofende (o dice que dijiste lo que él dijo con todo el descaro del mundo), te traiciona y luego invierte la historia a su mejor conveniencia y
con las peores de las intenciones, o sea, que de ofendido y traicionado,
devienes ofensor y traicionero; de ahí surge la estupefacción, de un hecho
concreto inesperado. Pero todo esto tiene orígenes más caóticos, es como en un
cuadro clínico donde existen interacciones competitivas entre un paciente
psiquiátrico y el terapista; el paciente, con toda una serie de recursos
engañosos, logra seducir de una forma brillante (hay que reconocerle el
talento) y malevolente al terapista, y llega un momento en que el terapista se
entrega a ese rejuego truculento del coqueteo psicológico y hasta siente que él
es el enfermo, no el paciente. De la misma forma el ofensor, utilizando todos
los medios a su alcance, se vale de las técnicas más sutiles y despreciables
para limpiarse las culpas y no sentirse atrapado en la vorágine desatada por su
propia soberbia y egolatría, de victimario pasa a ser víctima, necesita
demostrarlo a toda costa puesto que la conciencia, siempre castigadora y severa
le quita el sueño, amén del sudar por “el qué dirán”. Esto, sobre todas las
cosas, es tristísimo si consideramos a las víctimas reales desde el ángulo de la
conmiseración, porque a todo ese escenario –tan semejante al que utiliza el
gobierno de Cuba para dividir a los cubanos de/en todas las orillas posibles-
se le suman los “followers”, algunos incautos o candorosos, otros con intereses
muy precisos, de modo que la realidad queda arrinconada al fondo de la
problemática por una nueva coyuntura “mítica”, o “surrealista” –como diría
Apollinaire, “el escenario no se parece a la vida que representa más que una
rueda a una pierna.”
Otro de los factores en las situaciones
psicóticas, es la propagación de información adulterada, mientras más sutil más
efectiva. Ya sabemos, Queridísimo Mundo, que las masas no piensan, la mente
colectiva está conformada para el llamado del liderazgo ya sea positivo o
negativo. A pequeña escala, se mueve en círculos de fácil depredación: la buena
gente compuesta por almas sensibles al dolor ajeno, cándidas e ingenuas, y las que
tienen la imperiosa necesidad de alianzas depredadoras y danzan al ritmo de
todo lo que sea irle a la contraria al mundo, normalmente con ferocidad y
ensañamiento. Pero lo peor, lo más impresionante, es que el psicótico se llega
a creer (probablemente por lo que Freud definió como “proyección”) que los otros son malvados y él mansa paloma que ha sido maltratada por los vientos huracanados,
cuando en realidad solo hay una víctima: el infeliz que no le da la gana de
sentirse manipulado ni reclutado a ejércitos que luchan contra “supuestos enemigos”,
ya sea por idearios abstractos o por molinos de viento que de pronto adquieren
formas humanas, las más terribles. Es así como el infeliz -la víctima o las víctimas, según sea el caso- se convierte en antagónico, inutilizable y
polémico para el psicótico, de modo que éste, desde su consciente-inconsciente,
asume todos los papeles lacerantes para falsear lo verdadero, desde leñador
hasta verdugo, algo que le garantiza cierta inmunidad.
El caso es, Queridísimo Mundo, que a veces eres tan
injusto, tan desdichadamente espantoso que das grima y eso me tiene hasta la
coronilla, ni siquiera desde mi insilio
amurallado logro bloquear el eco de ciertos fenómenos que nublan tu horizonte
cada vez más impenetrable. Y cierro con una frase del poeta ruso Yevgeny
Yevtushenko: “La vida es un arcoíris que incluye el negro”. Contra eso poco
podemos hacer, excepto gritar por unos minutos cuando ya no se pueden aguantar
los embates de la mar revuelta, y echarnos a la espalda con determinación toda
la inmundicia que sale por las cañerías del orbe.
Texto y Digital: C. K. Aldrey
05-03-2013
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