Mi madre fue maestra de primaria y secundaria y luego profesora
de Ciencias en un instituto por muchos años, pero además era la eterna
estudiante, estudió Pedagogía y Medicina Veterinaria, en una época pintó y
actuó en teatro de aficionados, escribía cuentos infantiles y tomó clases de títeres y marionetas con Camejo
y Pepe Carril, al cual conocía desde su juventud. Lo más notorio no era en
realidad su vasto conocimiento sino su humildad, en las aulas y ante la vida,
llevaba en la sangre el espíritu de la enseñanza, sus alumnos pasaban por casa
a visitarla de vez en cuando, la querían y respetaban muchísimo y con ellos se
sentía feliz. Era la eterna estudiante, una mente brillante en constante
necesidad de aprender cosas nuevas, persona de gran sensibilidad. Siempre la
recuerdo sentada frente a la mesa del comedor rodeada de libros en las noches, inmersa
en ese mundo intenso del aprendizaje.
En esos años en los que mi único delirio era
largarme del país como fuera –ya sabemos, la represión era feroz, una
pesadilla- no creo haberle dicho nunca cuánto la admiraba por todo lo que era,
por sus grandes logros, y estoy segura que ella lo hubiera agradecido
grandemente. Los hijos a veces somos muy egoístas, nos enredamos en nuestras propias
historias y pasamos absolutamente de las necesidades afectivas de nuestros
padres, solo con los años entendemos que nuestra oportunidad de alabanzas hacia
ellos pasó sin que nos diéramos cuenta, y a pesar que entre mi madre y yo
existía una especie de vínculo muy especial de complicidad -debido en parte a
nuestros puntos en común y al amor recíproco- siento que faltó ese gesto
conciliador de expresarle lo que desde siempre sentí dentro de mí.
Navegando por Internet, encontré estas frases sobre
maestros e inmediatamente regresaron esas viñetas vivenciales que se quedaron
atrapadas en el tiempo y la distancia… allí estaba mi madre, en cada letra, en
cada palabra, como si me estuviera saludando desde el más allá. Lo más
sorprendente es que una de esas frases recuerdo que estaba escrita por su puño
y letra en una de sus carpetas de trabajo, este reencuentro inusitado con una imagen de mi adolescencia fue algo extraño, intuía que tenía visos de
revelación, me parecía estarla viendo con su sonrisa irónica de circunstancia,
algo traviesa, como cuando me corregía algún que otro disparate cotidiano.
El listado de frases lo encabezo con esa frase, qué
mejor homenaje a la que fue inspiración en mi vida, la más importante de todas,
la que se tomaba el trabajo de leer mis primeros intentos literarios, la que
tanto mortifiqué con mis tragedias existenciales y de identidad, la que me
hacía limonada caliente cuando tenía gripe, la que lloraba sus infortunios
entre mis brazos y recorría toda La Habana buscándome cuando me desaparecía y
huía de los gendarmes que me hacían la vida amarga, hostil, desesperante. A
ella y para ella (y a todos los maestros de la humanidad por la grandiosa obra
que desempeñan), este listado que estoy segura puso ella misma ante mis ojos
para recordar los años en que una frase aleccionadora significaba aliento y
esperanza.
Acompaño este texto con una foto que nos tomamos en
el jardín del 1830 (que recorté hace poco para la entrada "Mirar una foto"), más o menos un año y medio antes de yo partir de Cuba y pocos antes
de su fallecimiento, que ocurrió mientras yo me encontraba en España y semanas después de ella cumplir 60 años de edad. En
la foto: Mamá en el centro (Nora de la Caridad Martínez de la Junquera y
Hernández), Caita a la izquierda (Dulce María de la Caridad Villalón Mesa, mi
pareja de entonces), y yo a la derecha.
“Los mejores profesores son aquellos que
saben transformarse en puentes, y que invitan a sus discípulos a franquearlos.”
-Nikos
Kazantzakis- (escritor, autor de Zorba el
griego)
“Que no
presuma de sus conocimientos el maestro ante el alumno, pues él mismo aprende
cuando enseña. La humildad del maestro es la mejor lección para educar los grandes
hombres del mañana.”
-Félix Varela-
“No hay maestro que
no pueda ser discípulo.”
-Baltasar Gracián-
“Eres tú mi maestro,
eres mi autor: eres tú solo aquel, de quien yo hurto el bello estilo, que me ha
dado honor.”
-Dante Alighieri-
“Los botones del
sauce se abren, el maestro y yo escuchamos la campana.”
-Matsuo Basho-
“El más grande de los
hombres sencillos, nuestro maestro.”
-Pablo Neruda-
“Un maestro debe
tener la máxima autoridad y el mínimo poder.”
-Thomas Szasz-
“Agradable noticia,
sentirse al mismo tiempo maestro e inspirador.”
-Eugenio Montale-
“El trabajo del maestro no consiste
tanto en enseñar todo lo aprendible, como en producir en el alumno amor y
estima por el conocimiento.”
-John Locke-
“Maestro es aquél que forja la
inteligencia y la voluntad que hacen que surja la obra maestra que existe en
cada uno de sus alumnos.”
-Miguel Ángel Cornejo-
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