Qué nos
pasó… ni siquiera voy a juzgar, ya tengo bastante con las condenas a mí misma
cuando soy débil y no perdono… sí, porque para perdonar hay que ser fuerte,
tener mucha Fe en los seres humanos, rendirse ante la misericordia y dejar que
la corriente de esa fuerza nos arrastre sin ofrecer resistencia, algo que ya no
puedo hacer. Es muy difícil después de haber sido atropellado, vejado, marginado,
ofendido y blanco de injusticias, cerrar los ojos y entregar nuevamente el corazón, frase que por otra parte se escucha
como un bolero, tal y como a veces es la vida para nosotros los cubanos.
Qué nos
pasó, me digo, en qué punto de la Historia nos convertimos en esto que somos, y
no hablo de personas en particular porque sería arbitrario, hablo de una
nación, de una identidad espiritual, de la cultura que nos define, de las
tradiciones que fueron enriqueciendo nuestra nacionalidad y nos imprimieron su
consistencia con un sello indivisible. Qué somos hoy en este caos de orillas y
distancias, qué hacemos con el lastre de la violencia y el desorden, a dónde ha ido a parar aquella estirpe que nos enorgullecía, en qué fosa inmunda hemos
vertido el lenguaje -ahora tan basto y destructivo-, el comportamiento social y
la lealtad a nuestros principios.
Qué nos pasó,
me pregunto una y otra vez, por qué lo permitimos. Quizás solo sea uno de los
tantos procesos que desde siempre han ocurrido en la humanidad, quizás y salvo las excepciones que conocemos (mártires y disidencia), no
tuvimos la oportunidad de madurar y nos sorprendieron cambios que no supimos
enfrentar a nivel colectivo, quizás nos abandonamos por inercia, miedo o
abstracciones a un camino impreciso por carecer de otras alternativas, quizá es
que el hombre desde sus comienzos fue duramente golpeado por la vida y su
instinto de supervivencia lo sentenció a ser instrumento de las circunstancias
y a las ilusiones como contrapartida.
Qué nos pasó. Sin pretender ahondar en el tema porque se necesitarían siglos, pienso en Osmani García, pero no el reguetonero (no sé ni cómo se escribe esto) sino como el joven
perteneciente a una generación extraviada. Más que sus declaraciones erráticas y
contradictorias, me impactó su actitud agraviante, violenta y procaz. Primero sentí un disgusto
tremendo cuando vi el video, luego una especie de acritud defensiva, y por
último pavor, diría que con abatimiento. Un superviviente más, me dije,
perteneciente a una generación que ha sido marginada a la inconsistencia, el
desarraigo feroz y una penetración ideológica perversa. Pienso en cuánto habrán sufrido los cubanos de
la isla durante todas estas décadas, cuán maltratados han sido. Pero no es
nuevo, no es un hecho aislado en el mundo, nunca lo ha sido. Según Voltaire -del que no soy devota por su ferviente antisemitismo- la
historia de los grandes acontecimientos del mundo apenas es más que la historia
de sus crímenes, y en esto tenía toda la razón.
Qué nos
pasó. Acaso lo haya definido en parte y de antemano con este poema de mi libro inédito “Numeria:
veinte sentencias apocalípticas”.
VIII
Cazábamos
juntos
y
compartíamos el fuego
bajo
la luna
atentos
al rugido
de
las fieras
un
día
quisimos
contemplarnos
pero
habíamos abierto
una
brecha infinita
nos
separaba
el
insondable abismo
después
olvidamos
nuestro
origen
las
ramas del árbol
se
fueron torciendo
y
envejecían
sin
recuerdos.
La
subsistencia
nos
convirtió
en
adversarios.
Texto y
foto: C. K. Aldrey
08-23-2015
No comments:
Post a Comment